Dicen que las segundas partes, nunca son buenas, ...

Y aunque lo se, no me resisto a volver a postear algo. Aunque sea por alusiones, que diría aquel. En fín, que aquí estoy de nuevo, borracho del halago fácil, enfermo de la soberbia que se me imputa, herido del dardo que me lanza, como casi siempre, mi querida Magda. Certero no fué. Pero doler, duele.

Tanto duele como la pérdida del Maestro Andreu Murillo. Otro luchador vencido.

Permitidme estos tercetos encadenados, recitados con profundo pesar, y con Andreu Murillo en la memoria.

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos, mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

En fín. El Hombre se ha ido. Afortunadamente, nos queda su obra y su recuerdo.

Parece que la suerte le está siendo esquiva a Irene Coll. No, Magda, no es la candidata perfecta. Pero es la que hizo una campaña electoral mas clara, y, nos guste o no nos guste, la que obtuvo el mejor resultado. Yo entiendo que los vínculos, pues eso, que vinculan, pero ¿A estas alturas todavía piensas que se puede discutir eso?

¿Y que tiene que ver la suerte? La suerte, o mejor, la mala suerte, que tiene Irene Coll, es que tiene que cargar con el mochuelo de los fracasos del PP. Fracaso gordo de Juan Manuel Lafuente, que ni con el invento de los Ciudadanos de Mahon, y los Cruzados por el Impoluto nombre de Maho, puede con Arturo y Febrer. Fracaso mas gordo todavía, de Pepe Seguí en el Consell Insular. Me parece un político brillante metido en un cuerpo indecente, pero el resultado está ahí. (Un día volveré a escribir sobre la necesidad de que se asuman las derrotas como lo que son: fracasos, y que nuestra clase política local aprenda el significado de la palabra dimisión. Porque lo del PP es escandaloso. No gana nada, y no dimite ni el gato) En fín, como decía, que la pobre Irene, después de luchar dignamente en la campaña, de ser quien ha sido mejor entendida por los ciudadanos, se puede quedar a dos velas. Y a mi, no me parece mal.

De todas formas, yo no descartaría todavía la teoría que he mantenido desde el escrutinio, de la alcaldía compartida, dos años para cada uno. Que Cabrera puede gobernar en minoría, es bien cierto. Pero en un pueblo como el nuestro. Con trece concejales como los que tenemos. ¿De verdad pensais que alguien puede gobernar en minoría, en semejante gallinero?

De lo que comenta Micaela sobre si Gonzalo y la Coll se anduvieron peleando a grito pelado, yo no lo se. Tendré que cambiar la pilas al sonotone, porque no lo oí. Tampoco me extrañaría nada.